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¿Seguirle o quedarme?

La sensación de que todo saldrá bien día tras día te invade, pero algunas veces, perturba.


El ser humano se compone de lo que crea y de las experiencias que ha recorrido a lo largo de su vida, mismas que lo han llevado a ser quién es. Cuando la constante en la ecuación de su vida es una variable en la que previamente sabe que no le va a afectar en su rutina emocional diaria, le es muy cómodo permanecer en ella, pero ¿qué sucede con todos los instintos que deja guardados por temor a escucharlos?




La incertidumbre de cumplir el sueño que al ingresar a la universidad te prometías una y otra vez, el proyecto al que no estás tan seguro de emprender, el voluntariado que no estás convencido de realizar, al parecer ya no es color rosa y comienza a tornarse gris y de otros pantones cuando te desenvuelves en el mundo “real”.


El miedo, es una de las sensaciones más potentes que podemos experimentar. La incertidumbre, como su principal cómplice, es la que hace que te preguntes una y otra vez si lo que quieres hacer es lo correcto. Pero, ¿cómo saber si es lo correcto? O ¿Cómo saber si es lo que debes hacer?


La única respuesta dependerá de dos variables: el costo y el beneficio. Vas a ganar algo, pero también puede que pierdas algo, sin embargo, cuando realmente te satisface hablar de eso que tanto amas, aquello que estás “perdiendo” pasa a segundo término.


El antídoto para la incertidumbre y el miedo paralizante se reduce a una palabra: Sí. Algunas veces difícil de pronunciar y cuando no tienes claridad, parece que es un sacrificio.


Por supuesto que no vas a elegir algo que afecte tu integridad o la de otros. Referirse entonces a este miedo o incertidumbre que te envuelve se engloba en la burbuja que estamos acostumbrados habitar, aquella que no quieres romper porque el “qué diré (yo)” es el más doloroso.


Atreverse a decir que sí te llevará directo al cambio que estremecerá tu vida, en el que la ecuación ya no va a ser tan sencilla, al contrario, te va a sacar tanto de tu zona de confort que, algunas veces, puede quieras rendirte, pero con tanto miedo a lo que viene, ¿cómo vas a vivir el aquí y el ahora?


Como bien lo dice Elizabeth Gilbert, escritora estadounidense, en su libro “Comer, Rezar, Amar”, “la felicidad es consecuencia de un esfuerzo personal. Luchas para conseguirla, te la trabajas, insistes en encontrarla”.


Insisto, tanto decir que sí te llevará (o te ha llevado) a lugares donde no creías estar.


¿Qué te vas a contar a los 60 años de eso que te atreviste (o no) hacer?


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